7 de octubre de 2012

ARGENTINA - PROTESTA DE UNIFORMADOS : DICEN QUE EL RECORTE DE HASTA EL 70 % DE LOS SUELDOS DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD FUE UNA JUGADA PARA JUBILAR A LOS JEFES DE PREFECTURA Y GENDARMERÍA Y COLOCAR AL FRENTE DE LAS INSTITUCIONES A ULTRA - KIRCHNERISTAS





07/10/2012


“Tras los muros… sordos ruidos…”




Únicamente en mentes enfermas puede caber que un reclamo salarial sea desestabilizador





¿Se agrieta el “modelo”? 

 

El conflicto de Gendarmería y Prefectura tuvo réplicas en varias provincias



Por   Ernesto Bisceglia 



 ARGENTINA.- El capítulo no cerrado del movimiento de reclamo salarial de Prefectura y Gendarmería propone varias lecturas, todas interpretaciones más o menos cercanas pues las certezas, si las hubo alguna vez, en el seno del Gobierno Nacional, también se han desvanecido.

Como nunca el fantasma de Juan Domingo Perón emerge para susurrar algunas de sus célebres máximas.

La primera sería aquella que dice que “sacar a los militares de los cuarteles es difícil, pero volverlos a entrar es más difícil todavía”.

La ligereza o la mala intención con que se viene obrando en cuanto a la política castrense acaba de subir a escena el primer capítulo de una obra que puede tener un final inesperado. 

Este Gobierno ha hecho de la humillación a los hombres de armas una Política de Estado.

El resentimiento y el odio visceral a todo lo que tuviera connotación militar los ha llevado a gobernar con la cabeza mirando hacia el pasado, y así, no hay país que pueda avanzar. 

La historia les hubiera agradecido un gesto de grandeza, el de juzgar y encarcelar a todos los represores, pero también a los que iniciaron aquella subversión del orden secuestrando, matando, poniendo bombas y asesinando a diestra y siniestra.

Basta recurrir a los diarios de la época para encontrarse con la verdad, nada más que eso. Lo demás son palabras

Y si la “ Verdad es la única realidad”, este movimiento de protesta es la muestra más acabada de que la población está tocando límites en su paciencia; bastaría un poco de humildad para solucionar este problema y detener lo que se viene agitando como una ola que puede romper todo dique.

Lamentablemente, en la mesa chica de la Casa Rosada no tienen esa humildad, pero sí saben que la ola viene creciendo, por eso esta semana los asesores más cercanos a Cristina Fernández le habrían propuesto considerar la instauración del Estado de Sitio hasta que los uniformados vuelvan a sus unidades.

Una medida que únicamente encendería más todavía los ánimos.

Lo que los medios de comunicación han mostrado no son más que la parte visible de un iceberg que por debajo es enorme, son casi medio millón de militares, policías y prefectos –y sus familias- que saben que si no aprovechan esta oportunidad no podrán luego reclamar ni siquiera por betún para las botas.

En las unidades se han celebrado durante toda la semana pasada reuniones de suboficiales con los Jefes de Unidad para considerar qué hacer. Los más altos grados han realizado esfuerzos titánicos por mantener a sus subordinados dentro de los cuarteles, sabedores que si salen a la calle, ellos se irán a sus casas. 

Aquí es donde ingresa una de las lecturas posibles sobre este asunto.

Nadie puede ser tan estúpido como para dictaminar un recorte de sueldos de hasta un 70% sin pensar que no pasará nada.

Por eso, para algunos, esta movida fue promovida a propósito por el mismo Gobierno para “sacarse de encima” a las cúpulas castrenses y colocar “tropa propia” en las jefaturas.

A probar este trascendido viene el hecho de que el mismo día del reclamo en Prefectura y Gendarmería, la única y primera medida anunciada a las seis de la tarde por la Ministro Nilda Garré fue el reemplazo de las jerarquías. 

Lo que el odio de Garré y sus secuaces no tuvieron en cuenta es que la promesa de volver todo al status quo anterior no funcionaría, por lo dicho antes de que todos se dieron cuenta de que es “ahora o nunca”.



¿Para cuándo la cabeza de Nilda Garré?



En un país gobernado por la lógica y la decencia, Garré debería haber renunciado apenas los uniformados se instalaron en las puertas de sus respectivos edificios, porque eso ya demostraba que no supieron contener a su propia tropa.

Detrás tendrían que haber partido secretarios y demás. Luego tomarse otras medidas. 

 Pero bien se escribe en las páginas de aquel opúsculo “Montoneros, la soberbia armada”, no están dispuestos a pensar, no pueden, la soberbia no los deja. Y allí está germinando el principio del fin.

La réplica del Gobierno no pudo ser menos desafortunada al denunciar “actitudes desestabilizadoras” o “golpistas”.

La historia enseña que los golpes fueron generados por altos mandos y en conspiraciones cívico-militares, nunca un golpe militar comenzó en la escalera de un edificio, sin armas, con un recibo de sueldo en las manos y gestionado por suboficiales. 

El Gobierno jugó el expediente de extender el tratamiento del tema hasta el Martes próximo en el pensamiento de que ninguna protesta puede durar tanto, olvidándose que están tratando con personal educado en el “espíritu de cuerpo” y el revelo de funciones. 

El cuadro de situación para el Gobierno es muy complejo; una manifestación de un millón de personas hace casi un mes en todo país, ahora un inédito e impensable reclamo salarial de los uniformados y con un socio como Hugo Chávez debilitado que si perdiese las elecciones de hoy, desbalancearía el cuadro de situación sudamericano dejando a la Argentina en un lago aislado con un modelo que no conduce a ninguna parte salvo al caos. 

Si quieren mantener ese cuadro revolucionario la primera cabeza que debería rodar es la de Nilda Garré por su demostrada incapacidad, por haber permitido que los índices de inseguridad alcancen topes desconocidos, por haber desguarnecido al país en materia de defensa nacional, entre otras razones. 

La partida es de hierro, elevar los sueldos a un promedio de  7.000 pesos a todos los uniformados quebraría la caja y generaría un efecto dominó que sería aprovechado por los gremios para pedir sus mejoras. 

No arreglar importaría un reclamo militar de proporciones cuyo costo político sería irrecuperable.

Lo que está ocurriendo demuestra porqué es necesario respetar la alternancia del poder según lo marca la Constitución Nacional.

El poder eterno exige a la larga convertirse en un dictador porque si como dijo Ashton que el “poder corrompe”, más razón tenía cuando agregaba que el “poder absoluto, corrompe absolutamente”. 

Los hechos le están dando la razón.


(Fuente : elintransigente.com)


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