30 de septiembre de 2012

ARGENTINA - MÉDICOS Y EMPLEADOS DE LOS HOSPITALES ARRIESGAN SU VIDA DIARIAMENTE - PERO TAMBIÉN PELIGRA LA VIDA DE LOS HERIDOS O ENFERMOS GRAVES QUE DEBEN ESPERAR HORAS EN LAS GUARDIAS Y LUEGO SON ATENDIDOS EN HOSPITALES CARENTE DE GASAS, AGUJAS, DESINFECTANTES ,,,Y RESTO DE INSUMOS BÁSICOS




EN UN PAÍS DONDE LOS JUECES DAN RISA,  LA ÚNICO SOLUCIÓN QUE ENCUENTRA LA POBLACIÓN ES LA VIOLENCIA 


LA MALA PRAXIS REAL O SUPUESTA PUEDE TERMINAR EN UN LINCHAMIENTO


PERO LLEGAR "DE URGENCIA", HERIDO O GRAVEMENTE ENFERMO A LA GUARDIA DE UN HOSPITAL QUE NO TIENE AGUJAS, NI GASAS, NI DESINFECTANTES, NI MEDICAMENTOS, NI ANESTESIA ... Y ESPERAR HORAS,  ES SINÓNIMO DE MUERTE


ES QUE A MEDIDA QUE AUMENTA EL DESEMPLEO,  LOS SANATORIOS SE VACÍAN Y LOS HOSPITALES PÚBLICOS GRATUITOS O BARATOS, NO DAN ABASTO ...



Cada vez alarma más la violencia en los hospitales



Un gravísimo episodio ocurrido esta semana en un establecimiento de Lanús actualiza la preocupación por este flagelo 


En los últimos 60 días hubo seis hechos muy traumáticos 



Por OMAR GIMENEZ


“¿Si tengo miedo? No puedo pensar en eso, sino no puedo atender, me tengo que ir. Recién cuando llego a mi casa reflexiono y llego a la conclusión de que convivir con la violencia ya es parte de esta profesión". 

"Siempre existe la preocupación porque te agredan”, dice Sergio Aguilar, cirujano afectado al Servicio de Emergencias del hospital de Melchor Romero. 

Aguilar expresa una inquietud que crece en el ámbito de la salud: la ocasionada por la violencia que estalla en los hospitales.

La CICOP (entidad gremial que nuclea a los médicos de la Provincia) habla de un fenómeno creciente, tanto en frecuencia como en gravedad de los hechos.

Dicen que en los últimos dos meses se registraron seis episodios de violencia considerados graves en hospitales de la Provincia de Buenos Aires. 

La mayor parte de ellos, en las guardias.

La mayor parte de ellos, provocados por grupos que irrumpieron en esos ámbitos en medio de agresiones y amenazas.

La lista de nosocomios afectados incluye al Melchor Romero de La Plata, al Fiorito de Avellaneda, a los hospitales de Moreno y San Pedro y al Evita de Lanús, donde la última semana una veintena de personas ocasionó destrozos y amenazó a los médicos tras la muerte de un joven de 23 años. 

La preocupación por este problema alcanza a todos los actores del ámbito sanitario: desde el Ministerio de Salud se puso en marcha recientemente un Registro Epidemiológico de Hechos de Violencia y se creó una instancia en la que se analizan junto a los gremios medidas para la corrección y prevención de estos episodios. 

Los especialistas coinciden en que la violencia que estalla en los hospitales es multicausal.

Hablan de una creciente agresividad e intolerancia presente en la sociedad (la gente está "crispada") que -como sucede en el caso de las escuelas- termina estallando en el ámbito hospitalario.

Hablan también de cambios de valores y códigos sociales que resintieron la relación médico-paciente y el respeto hacia los hospitales y los equipos de salud.

Y también mencionan las deficiencias en las prestaciones hospitalarias que actúan potenciando la violencia que viene de la calle. 

“La falta de insumos, las largas esperas en pésimas condiciones -a veces sin información y sin un baño cerca- la escasez de personal y las malas condiciones de trabajo, cuando se juntan con la violencia, de afuera forman un cóctel explosivo”, dice Viviana García, titular de la CICOP.

Mientras tanto, la sensación de vulnerabilidad crece en los hospitales y afecta sobre todo a las guardias, escenario de algunos de los episodios de violencia más recientes.

Si se pone el foco en el Servicio de Emergencias de Melchor Romero -donde todavía está fresco el recuerdo de la noche de tensión vivida a fines de Agosto, cuando los familiares de un joven muerto amenazaron al personal, provocaron destrozos y obligaron al equipo de salud a permanecer encerrado para protegerse hasta la llegada de la policía- la magnitud de la situación aparece en toda su crudeza. 

Allí afirman que después de aquel hecho -que generó un “abrazo” al hospital- nada cambió: la guardia sigue sin contar con ningún policía ni personal administrativo, nadie controla lo que pasa en las tres puertas de acceso durante la noche y las limitaciones que condicionan las prestaciones potencian la posibilidad de conflictos.

La espera promedio de un paciente en la guardia puede ser de cuatro horas porque falta personal médico y los que hay no dan abasto para atender.

Durante todo ese tiempo el que espera no tiene a nadie que consultar porque no hay personal administrativo.

Cuando finalmente se lo atiende faltan insumos (jeringas, gasas, guantes, agujas, medicamentos).

El último policía que trabajó acá dejó de venir en Agosto, antes de la entrada de aquel grupo agresivo.

Cobraba 13 pesos por guardia, no quiso venir más y nadie lo reemplazó.

El día del incidente un enfermero sufrió una crisis por estrés post-traumático y ya no pudo regresar a trabajar.

La ART no le cubre el tratamiento porque entiende que la violencia no es un accidente laboral.

En estas condiciones no es raro que pocos profesionales quieran trabajar en la guardia.

Máxime cuando a todo eso deben sumarle la incertidumbre de no saber cuándo las van a cobrar”, dice Marcela Ripullone, Jefe del Servicio de Emergencia de ese Hospital, donde tomarían medidas de fuerza a partir de esta semana por esta situación, según se afirmó. 

Lo que desvela a los profesionales es cómo prevenir la agresividad, sobre todo la protagonizada por los grupos violentos (como los que se tirotearon en la guardia del Hospital de Moreno exponiendo al equipo de salud y a los pacientes que esperaban el 17 de Setiembre o los barrabravas que, en el Hospital Fiorito, de Avellaneda, ingresaron recientemente descontrolados a la Sala de Terapia Intensiva). 

La mayoría de los consultados afirma que incrementar la presencia policial no alcanza para resolver el problema.

Entre las propuestas que se escuchan se cuentan la de elaborar redes internas de protección, mejorar el control en los accesos a las guardias y hasta colocar alarmas o botones antipánico para accionar ante una agresión.

Pero también hay quienes entienden que es necesario que otros sectores se involucren en la búsqueda de una solución.

Para Amadeo Esposto, Jefe del Servicio de Infectología del Policlínico, es importante la respuesta de la Justicia.

“En una ocasión hicimos dos denuncias por amenazas y jamás encontramos en la justicia la menor contención.

No logramos que se tome ninguna medida preventiva. Sólo se actuaría si el individuo pasa de las amenazas a los hechos. Una situación no muy edificante, por cierto”.

(Fuente : eldia.com.ar)

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