14 de septiembre de 2012

ARGENTINA - EXTRAORDINARIO ÉXITO DEL CACEROLAZO : SE ORGANIZÓ LA MARCHA OPOSITORA MÁS IMPORTANTE DE LOS ÚLTIMOS 20 AÑOS SIN DIFUSIÓN EN DIARIOS, CANALES DE TV, RADIOS O CARTELES EN LAS CALLES



Punto de inflexión en Argentina

Ámbito político quedó sorprendido por la magnitud de la protesta del Jueves



Por Fernando Gutiérrez, especial desde Buenos Aires


Fue un antes y un después, un verdadero punto de inflexión que cambiará el panorama político argentino. Esa es la sensación que predomina en la Argentina del “día después”.

Es que la multitudinaria protesta realizada la noche del Jueves sorprendió a todos por su magnitud y superó las expectativas hasta de los organizadores más optimistas.

Trascendiendo por completo otras protestas anteriores que habían quedado circunscriptas a pequeñas manifestaciones en barrios de clase media-alta de Buenos Aires, esta vez la demostración tuvo un carácter heterogéneo desde el punto de vista social y muy expandido en cuanto a lo territorial.

Todo el mundo daba por descontado que habría mucha gente en los barrios de Recoleta y Belgrano, reductos tradicionales de los porteños antiperonistas. 

En cambio, sorprendió que eso pasara en provincias norteñas como Salta y Tucumán, donde el nivel socioeconómico es notoriamente más bajo que en la capital y donde el peronismo suele ganar por amplísimo margen.

Lo cierto es que la manifestación del Jueves logró romper la imagen caricaturizada que hasta ahora habían logrado imponer los medios de comunicación afines al Gobierno: que se trataba de un segmento egoísta de la sociedad, enojado por las restricciones a la compra de dólares, y falto de solidaridad con los sectores más bajos.

Y si bien es cierto que los controles cambiarios fueron un componente importante del enojo, no puede decirse que la del jueves haya sido una manifestación convocada puramente por una cuestión económica. En todo caso, el tema del dólar fue la gota que rebalsó un enojo que venía acumulándose desde hacía tiempo.

Esto quedó evidenciado en los carteles y los cánticos que, en una movilización donde no hubo discursos ni proclamas, se transformaron en los portavoces del descontento.

La inseguridad ante la ola delictiva, la corrupción de funcionarios del Estado, el intento reeleccionista, el uso de dineros públicos para financiar propaganda oficial, la manipulación de las estadísticas, la injerencia de “La Cámpora” en el sistema educativo, la persistencia de la inflación y los ataques a los gobiernos provinciales no alineados con la postura kirchnerista fueron algunos de los temas más mencionados. Y, desde ya, el dólar.

“Se va a acabar la dictadura de los K”, el famoso cantito reciclado de los tiempos del gobierno militar, fue uno de los eslóganes que se escuchó en la Plaza de Mayo, lo cual es elocuente sobre el ánimo predominante entre los asistentes: una acusación en el sentido de que el kirchnerismo está avanzando sobre libertades republicanas.

Cristina, devuelvan el país” rezaba el cartel alrededor de la pirámide de Plaza de Mayo. Y en algunos actos no faltaron las comparaciones con el régimen chavista de Venezuela.

También se escuchó “Que se vaya” y “Argentina sin Cristina”, lo cual abona la tesis oficialista respecto del “ánimo destituyente” que alienta estas movilizaciones.

El gran interrogante ahora es de qué manera este hecho político modificará el panorama. Por lo pronto, hay todavía dificultades en interpretar qué es exactamente lo que ocurrió el Jueves.

Desde ya, no es un acto que pueda, al menos por ahora, ser capitalizado por la oposición. Un sondeo de la consultora Management & Fit es elocuente al respecto: el rechazo a la gestión del gobierno es grande (un 58 % de la población), pero los que cuestionan a la oposición política son todavía más: un 69 %.

¿Es un fenómeno asimilable al de los “indignados” de Europa?  Sin dudas que hay puntos en común, especialmente porque se trata de un fenómeno inorgánico, no partidario, sin líderes ni aparato.

Pero la Argentina no es Europa, ni por su cultura política ni por su circunstancia económica y social. Para quienes miran con desconfianza este tipo de manifestaciones, hay ciertos resabios de la clase media golpista, que durante el siglo 20 tumbaba gobiernos a través del ejército cada vez que el malhumor social se hacía insostenible.

El Gobierno Kirchnerista está en pleno proceso de asimilar el golpe. Los politólogos suelen repetir que lo peor que le puede ocurrir a un gobierno peronista es “perder el control de la calle”. 

Es decir, perder la iniciativa política y el dominio de la agenda pública a partir de movilizaciones masivas que no le respondan o le resulten imprevisibles.

Y eso fue lo que ocurrió el Jueves. 

Solo en otras dos ocasiones había ocurrido esta situación durante el kirchnerismo. 

La primera había sido en 2004, cuando emergió un movimiento ciudadano ante la ola delictiva, liderado por Juan Carlos Blumberg, que forzó al gobierno a impulsar leyes penales más severas. 

El segundo momento de pérdida de la calle fue durante el extenso conflicto con los productores rurales por los impuestos a la exportación de soja.

Hasta ahora, el discurso del Gobierno Argentino optó por el camino del “ninguneo”. 

Para Artemio López, el politólogo y encuestador más cercano al gobierno, esto es “un fenómeno encapsulado en la clase media-alta de Buenos Aires, es la expresión de pequeños sectores de clase media-alta, que están fuertemente influidos por los medios de comunicación”.

En su opinión, no hay reivindicaciones con “espesura política” que lo hagan comparable con el movimiento que en su momento lideró Blumberg contra la inseguridad.

Y como apoyo para su argumento, López se valió del ejemplo de un cartel que rezaba “Chau relato”, en manos de un manifestante en Plaza de Mayo.




¿Nace la política 2.0 en la Argentina?


Si hubo algo novedoso en la protesta del Jueves fue su carácter espontáneo y no partidario, casi exclusivamente basada en el poder de difusión de las redes sociales de Internet.

Al contrario de lo que afirman algunos funcionarios kirchneristas, esta movilización no contó prácticamente con apoyo de los medios de comunicación. Los diarios y la TV habían ignorado el tema incluso el mismo Jueves.

Solo el sitio web de La Nación había incluido una pequeña nota reseñando que habría concentraciones de caceroleros en algunas esquinas de Buenos Aires. 

Esa noticia, que no ocupaba un lugar de destaque en la página, inmediatamente saltó al primer puesto en el ranking de lectores, y para la hora de la manifestación contaba con 10.000 comentarios, cuando lo habitual para los temas muy polémicos es que se llegue a la décima parte.

Recién cuando se hizo evidente la magnitud de la manifestación, la televisión comenzó a difundir imágenes en vivo, salvo por parte de los medios oficialistas, que ignoraron el hecho.

Lo cierto es que quedó evidenciado que hoy en la Argentina es posible hacer una gran manifestación sin contar con un “aparato” partidario.

De hecho, cuando desde el Gobierno se insinuó que había una operación política por detrás de esta convocatoria, el argumento cayó en descrédito: es que hoy no hay nadie en el país que cuente con una capacidad de movilización que pueda competir con Internet.

(Fuente : diario El Observador de Uruguay)

No hay comentarios:

Publicar un comentario